La cerveza es la bebida alcohólica preferida por los deportistas en general y los corredores de montaña en particular. Lo cierto es que, con un consumo adecuado, puede ayudarnos en nuestro entrenamiento sin renunciar a la “birra de después”.
Jueves, 11 de Septiembre de 2014
Para muchos, es casi una costumbre tomarse una cerveza después del entrenamiento. Incluso son muchas las carreras que ofrecen una caña a los finishers que cruzan la meta tras el gran esfuerzo realizado en la montaña. Como es normal, unos piensan que no es positivo consumir cerveza, mientras que otros no ven en ella a ningún enemigo para el atleta.
Como en todo, no hay una respuesta única ante este dilema. En principio, el alcohol es una sustancia conocida por su propiedades diuréticas, es decir, hace que perdamos líquido a través de la orina, por lo que tras un esfuerzo continuado, en el que se suele perder peso y líquido, quizá no parezca la mejor opción.
Así lo aclaró Kathie Murtha, especialista en dietética del deporte, en una entrevista con la revista Heath&Fit, en la que aseguraba que “lo que yo aconsejo a los corredores es que la cerveza no es una bebida de recuperación. No hay nada en ella que te ayude a recuperarte. No tiene los suficientes carbohidratos y tampoco ayuda como hidratante, porque el alcohol es un diurético. El corredor también necesita electrolitos y proteína para recuperarse. La cerveza puede tener una pequeña cantidad de sales, pero no proteína”. Es decir, la cerveza inmediatamente después del esfuerzo no parece ser la solución. Pero, ¿y después?
La propia Murtha asegura que “mucho piensan que se han ganado una cerveza después de tanto esfuerzo. Me parece bien, pero siempre al menos media hora después del esfuerzo. Antes una buena elección puede ser leche con chocolate o bebida isotónica. Si luego bebes una cerveza, altérnala con agua”.
Algo más positivo respecto al papel de la cerveza se mostraba el Doctor James Betts, de la Universidad de Bath, que aseguraba que “una pequeña cantidad de cerveza no contiene el suficiente alcohol como para que se produzca ese efecto diurético y puede servir para recuperar fluidos”.
Más cerca, en la Universidad de Granada, se realizó un estudio sobre la cerveza y el deporte, encabezado por el profesor Manuel Garzón; esta investigación se basó en hacer que los sujetos realizaran un esfuerzo físico a temperaturas cercanas a los 40ºC. Unos corredores bebían agua en la cantidad deseada y los otros bebían 660ml de cerveza y a continuación agua a demanda.
Tras analizar una serie de parámetros indicativos del nivel de hidratación, composición corporal, endocrinometabólicos y psicocognitivos susceptibles de verse afectados por la cerveza y el alcohol que ésta contiene, no encontraron ningún efecto que la desaconseje. Al contrario, la cerveza permitía recuperar las pérdidas hídricas y las alteraciones de distinto tipo determinadas por el ejercicio, por lo menos en la misma medida en que lo hace el agua.
En Alemania, el estudio se llevó a cabo con cerveza sin alcohol; allí se demostró que esta bebida, tomada antes y después de un esfuerzo de resistencia continuado había conseguido que se reforzara la función inmune, por lo que los corredores que habían consumido esta bebida no habían sufrido tantas enfermedades posteriores al esfuerzo.
El Colegio Oficial de Médicos de Zamora publicó en 2010 un manifiesto en el que se ponía de relieve que la cerveza, como bebida fermentada de menor graduación y elaborada sólo con ingredientes naturales como el agua, la cebada malteada y el lúpulo, consumida con moderación y por adultos sanos, puede aportar cantidades significativas de vitamina B, fibras minerales y antioxidantes naturales.
Al final, parece que tomar un par de cervezas como máximo, y alternando también el consumo de agua u otras bebidas isotónicas, puede ser una buena opción, además de la sensación de trofeo que para muchos tiene el beberse esa cerveza después de todo el esfuerzo realizado durante horas.